Dentro de poco (una semana aproximadamente) se celebra la Maratón de Barcelona, 42 km y 195 m recorriendo sus calles, gente animando, corredores de todas las edades; de diferentes lugares cada uno con su historia… Y yo este año también la correré. Con el objetivo: llegar a línea de meta.
Hace dos años «intenté» acabar esta mítica distancia en la ciudad Condal pero no pudo ser… y esta es mi historia una espinita que intentaré superar este año. Por aquel entonces, personalmente no me atraía correr 42,195 km seguidos para ser sinceros. Sí que es verdad que anteriormente viví desde la barrera diferentes ediciones de la Maratón de Barcelona y el hecho de ver a corredores sufrir, llorar, lesionarse a apenas unos metros de llegar, corredores que no podían ni moverse… me impactó y ¡muchísimo! Pero a su vez, también veía caras llenas de felicidad, corredores que lograban sus objetivos, que después de tantas horas de entreno lograban llegar a meta superando o no su marca personal, pero llegaban con cara de felicidad…
Entonces en febrero de ese mismo año participé en un sorteo de una inscripción para la maratón y pensando que no me tocaría… ME TOCÓ. ¡No me lo creía! A mí JAMÁS me había tocado un sorteo hasta ese momento. Y bueno como dice mi madre: en esta vida todo pasa por alguna razón; así que a preparase en 3 semanas la maratón. En realidad, me reía por dentro … vamos a ver ¿Cómo me puedo preparar la maratón en tres semanas? Pues sinceramente, específicamente no me la preparé, si no que incrementé el volumen de kilómetros y los días que dedicaba a correr. Si que es verdad que había hecho alguna media maratón y carreras de montaña, pero nada comparable con una maratón de asfalto.
Así que me presenté en línea de meta al lado de la liebre de 4 horas que ella me marcase un ritmo constante que supiese que iba a soportar, un buen reproductor de música con música a tutiplén de esa motivante, tres geles en los bolsillos y a correr millas. Lo que más me gustó de los momentos previos a la salida fue mirar alrededor ver las caras de nervios de los corredores, ver a madres, chicas, padres, chicos de todas las edades, pero sobretodo con ilusión unos mirando el reloj, otros echándose el selfie para la ocasión, otros saltando de alegría… en fin un mix de emociones del que me encantó ser parte.
Empezó la carrera, la primera media maratón me salió mejor de lo que me esperaba me encontraba bien y con fuerza para apretar un pelín más (pero no lo hice) si no que me quería reservar por si me sucedía el temible “muro” así que seguí al mismo ritmo.
Pero al pasar el km 30 empecé a notar cierta molesta en la rodilla, era un dolor que podía soportar 12 km más. Iba a conseguir un tiempo mejor del que me había marcado (sub 4horas) me encontraba bien era el km 37 y tenía fuerzas para apretar… pero entonces empezaron a salir molestias en la rodilla, me dolía y mucho, cada pisada que hacia el dolor iba in crescendo y justo en el km 38 antes de subir por Arc de Triomf me quedé paralizada sin poder moverme si daba un paso más sentía que la rodilla se me iba a romper ( exageradamente) , y en ese momento tuve que tomar una decisión muy muy muy muy dura para mí ( porque soy muy cabezota) pero tuve que retirarme.
Puede que haya sido una de mejores decisiones de mi vida hasta el momento en lo que viene a ser mi trayectoria deportiva . Me senté en la acera llorando de la impotencia, de la rabia, de tristeza quizás también. Gracias a los chicos de primeros auxilios que me pusieron un relajante muscular vía intravenosa ya no sentí tanto dolor en la rodilla pero que tendría que ir al médico para que me revisase bien.
A todo esto, yo no llevaba móvil (bien por mi) estaba sola, triste, llena de rabia sin haber llegado a mi objetivo sin poder moverme. Gracias al chico de la ambulancia que me prestó su móvil para llamar a mis padres y pudieron venir a recogerme. El resultado: Síndrome de la cintilla del corredor lesionada sin poder correr un mes y medio. Pero bueno esto ya es otra historia de la cual ya he aprendido.
El próximo domingo día 11 de marzo volveré a intentar acabar esta mítica distancia en la ciudad en la que vivo: Barcelona. Tengo muchas ganas, motivación e ilusión, con el simple objetivo de cruzar línea de meta con una gran sonrisa y exprimirme al máximo.
Al final lo que importa es poner pasión e ilusión en lo que hacemos y hacerlo lo mejor posible.
Miriam Murillo